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Aventuras y desventuras de Chemi en Londres

Working in Zara Oxford Circus

Working in Zara Oxford Circus Olvidad todo lo que aprendisteis en el Zara de Montparnasse: trabajar en el de Oxford Circus es como elevar a la enésima potencia el Zara Way of Work, que es en realidad todo un Way of Life. 

Desde que empecé a trabajar el miércoles pasado, y sin contar el domingo, que libré (porque aquí también se trabaja los domingos, claro que sí) y me fui a Greenwich con gente del hostel, no he podido parar hasta hoy martes, y echándole cada día un mínimo de 9 horas y media (al menos, eso sí, parando una para comer) de doblar, doblar y doblar, de apilar con perfección milimétrica, de continuas carreras por la tienda y por el almacén, donde es más difícil encontrar algunas chaquetas y camisas que una aguja concreta en un montón de agujas (en un pajar sería más fácil), con sus interminables y altísimas estanterías y rieles que nos obligan a jugarnos la vida escalando por las estanterías o subiendo a unas escaleras algo chungas. Más de 9 horas de atender a engreídos clientes incomprensibles (donde esté la cortesía parisina, por falsa que pudiera ser a veces, que se quite el estúpido e impersonal comportamiento londinense), de no entender lo que te dicen, de tratar tú de hacerte comprender, de buscarles más tallas y modelos y ver como después no sólo no lo compran sino que lo tiran por cualquier lado y de cualquier forma. 

Por decirlo de algún modo simple y claro: es una mierda. Pero es un trabajo, mi trabajo, y hay que hacerlo porque no tengo otra cosa y porque hay que comer. Con razón les cambiaba la cara a los managers cuando en mi entrega de curriculums les decía que tenía experiencia: porque nadie con experiencia vuelve a Zara; y por eso no me quisieron dejar escapar en el de Oxford Circus: porque no podrían haber encontrado a otro incauto Zara boy con experiencia que quisiera trabajar ahí. No es que el trabajo sea difícil (aunque hay cosas que tienen su miga), pero sí es bastante duro, muy exigente y realmente agotador, y no sólo por el hecho de estar más de ocho horas de pie de aquí para allá. Hay que hacerlo todo (y ‘todo’ es una enorme cantidad de cosas, muchas más de las que piensa quien nunca ha trabajado aquí) tan rápido y de un modo tan perfecto, que acabas realmente vacío y sin ningún deseo de volver. Pensaréis, ¡qué exagerado de mierda!, se quiere hacer el mártir y tal; y sí, un poco exagerado y mártir sí que soy, la verdad, pero también es peor de lo que se puede creer desde fuera. De hecho, mis compañeros me han dicho que en esta tienda hay mucha gente sin ninguna experiencia similar que empieza a trabajar (sobre todo en la sección de mujer, que es aún bastante peor que la de hombre) y que el segundo o tercer día no vuelve, o que incluso se va fuera en la pausa para comer del primer día y ya no vuelve, y que hay gente que los primeros días acaba llorando. Y a quien aguanta varios meses como vendedor (si eres un manager ya la cosa cambiar, evidentemente), los demás le admiran y acaba convirtiéndose en una figura semilegendaria.

Pero no todo es tan terrible. Es muy cansado y eso no cambia por mucho que lleves ahí, pero enseguida te acostumbras (al menos si ya se tiene experiencia, aunque fuera en un Zara mucho más tranquilo como el mío de París) y cuando conoces bien la tienda y el almacén, ya no es tan jodido y vas tirando y los días, sin que te des mucha cuenta, van pasando y ahí estás, sobreviviendo en esta ciudad de locos. Además, toda la plantilla son gente de puta madre, y el sufrimiento compartido une que no veas, así que enseguida te haces amigo de todo el mundo y el ambiente es bastante bueno, aunque los managers nos dan mucha caña y cuando se ponen serios, se ponen serios, pero también con ellos hay muy buen rollo y muchas bromas y en ese sentido se está muy bien, la verdad. 

Pero eso sí, el sábado fue ya caer en el oscuro abismo de la locura… hubo un momento por la tarde que me quedé unos instante paralizado, bloqueado, cuando me vi solo en medio de la tienda sin ningún compañero, rodeado de lo que parecían cientos de clientes, con todo hecho una mierda, toda la ropa tirada, por el suelo, por todas partes, una enorme cola para los probadores, que rebosaban de ropa y perchas y de los cartones, el papel y las pincitas con las que hay que doblar las camisas, que se amontonaban por doquier a la espera de que las devolviéramos a su perfecta forma rectangular; y miles de prendas que habíamos sacado del almacén para reponer lo vendido y que había que colocar en su sitio; y decenas de clientes que te hablan, preguntan, se quejan, protestan y destrozan todo y te hacen pensar, pero qué mierda hago yo aquí. Para haceros una idea, imaginad el Jardín de las delicias o el Barco de los locos de El Bosco. Cerca de las ocho, poco antes de cerrar, la tienda estaba de foto, parecía un paisaje apocalíptico, postnuclear, daba casi ganas de llorar. Y ala, ponte a dejarlo todo perfecto… Pero bueno, hay que hacerlo y se hace y ya está.

Además, luego por la noche nos fuimos muchos de la tienda de fiesta, porque Sandra, una de las de Menswear, se vuelve a España. Primero nos tomamos unas pintas en un pub de al lado (en mi caso me tomé solo una y ya fue todo un lujo que me permití) y luego fuimos a un club que hay más arriba en Oxford Street, el 101 (aunque aquí lo llaman el uno-cero-uno, no el ciento uno), en el que pudimos entrar sin pagar porque éramos un montón y hubo un par que les comieron la cabeza a los porteros (que eran los típicos de dos por dos que dan un “buen” rollo que te cagas), porque si hubiera habido que pagar, aunque “sólo” eran 3 libras, me habría vuelto a casa (bueno, al puto hostel). Y allí, pues bien, un sitio bastante normalito con música bastante normalita para mi gusto, pero bien. Y la peña venga a hacerse pintas, y yo ahí que el poco alcohol que había consumido en el pub lo había meado hacía ya una hora. Y es que por cabezonería y estúpido orgullo no dejé a nadie que me invitara ni que me dejara dinero, que casi todo el mundo me lo ofrecía. Y me acabé yendo antes que la mayoría, porque estaba realmente cansado y era el único que seguía totalmente sobrio. Y eso que una de las más bonicas de mis compañeras me insistió en que me quedara, que ella no solía salir ni beber, que no iba a volver a verla así en mucho tiempo… y yo pensando, mmmm, ¿me estará enviando algún tipo de señal? (ojalá, pero no lo creo, la verdad, aunque yo estaba medio guapo y todo, ahí de traje y corbata, porque aún no tenía taquilla para dejar el uniforme), pero es que ni así podía quedarme, y además, desde que hablando antes en el pub me había enterado que tenía novio hace dos años, pasé totalmente: estoy ya lo suficientemente harto de las chicas en general como para encima meterme en una movida así. Pero que muy bien, estuvo muy bien y eso, que todos son muy buena gente y hay un ambiente muy bueno. 

Y me volví en autobús, porque era tarde y ya no había metro (que sobre medianoche deja de haber, como en París), aunque siempre que no tengo prisa voy en autobús, porque mola más y es más barato que el metro. Cogí uno de dos pisos y me subí al de arriba, como siempre. Y es toda una aventura: aquí los buses no sólo conducen por la izquierda y tienen el volante a la derecha, sino que van como locos, rapidísimo, con frenazos y tomando las curvas de una forma que aún no entiendo como no tumban con lo altos e inestables que son. Es la hostia pillar un autobús de ésos. Y es que además esa noche, que yo iba derrumbado entre los dos primeros asientos de la parte de arriba en plan chulo-londinense-de-traje-y-corbata-un-sábado-de-madrugada, nos empezaron a adelantar de repente toda una serie de coches deportivos y/o maqueados que iban aún más locos y más rápidos, adelantándose a toda hostia y haciendo maniobras que ponían los pelos de punta (aunque si pillaban un semáforo en rojo se paraban todos y se quedaban en fila con los motores rugiendo). Y yo ahí flipando y pensando, ¿será esto una carrera ilegal por las calles nocturnas de Londres?, y supongo que sí, porque tenía toda la pinta. Increíble. Así que ya sabéis, fans de The Fast and the Furious (o “traducido” al español: A todo gas), esas carreras existen, al menos en Londres (aunque, eso sí, respetan los semáforos y no se disparan entre ellos –¿en la película se disparan entre ellos?–).

Y es que me encanta vivir en una ciudad de éstas. Londres. París. 

Y aun así, cuando llegué al hostel y como si pudiera renunciar a valiosísimo tiempo de sueño (no veáis como roncan mis dos compañeros, el primer italiano y otro que llegó después), estuve un par de horas leyendo en la cama. Y al día siguiente, esto es un no parar (ya me empiezan a estar grandes los pantalones y se me caen hasta con el último agujero del cinturón) madrugar para pillar el desayuno (que los fines de semana te dan hasta un huevo frito, una salchicha, una loncha de bacon y unas pocas habichuelas de ésas rojas de aquí; no veas como se estiran los cabrones), poner una lavadora, “tender” toda la ropa por los cajones, mesa y demás de la habitación, y a Greenwich con Sonia, Maria José, Manu y Pablo, que está aún dentro de Londres, aunque tardamos cerca de una hora yendo en autobús (con un trasbordo). Pero ésa ya es otra historia.

6 comentarios

andres -

como puedo pedir trabajo en ZARA en Londres, no se si hacerlo por internet o dejar mi CV en mano? gracias

Laura -

Hola toda tu aventura me recuerda a la que estoy viviendo yo ahora mismo en London, ya me he recorrido todos los Zara de Londres, y ahora solo me queda esperar a que llamen, aunque empiezo a estar desesperada por esa llamada que me saque de la amargura de tener que volver hacerme el tourZara, mañana volveré a uno de ellos donde uno de los chicos que me cojió el c.v estuvo muy amable así que suplicaré por un puesto...me ayudado mucho tu historia. Aún sigues en London aún sigues currando en Londres?

Raszia -

Jajaja, qué crack Chemi. Has pillado curro en nada, a ver si alguno de aquí aprendemos... xddddd

Por cierto, muy bueno el final ese a lo Conan: Pero ésa ya es otra historia.

xD

Anónimo -

LUISLE EL RUMIANTE ME HA APROBADO SU PARCIAL!! :) tenía que ponerlo...jeje

Chemi -

Sí, acabo reventado de Zara, pero guay, anoche por ejemplo estuve en concierto bastante bueno de un chaval que es amigo de María y que ahora es el compañero de habitación de Antonio el que antes estaba en el hostel.

En el hostel se está bastante bien, excepto en mi caso lo de dormir. Pero en cuanto cobre me voy a un piso o una habitación en una casa, aunque tenga que pagar más o menos lo mismo o más y estar más lejos del centro, pero lo prefiero mil veces.

Y ahora voy a publicar el relato de mi primera noche aquí, que fue de todo menos divertida...

Paulola -

Hola! Me alegro que todo vaya bien. Que empieces a salir y conocer gente... y ya con trabajo. No está nada mal :) Yo...ya estoy en Murcia "la hermosa". Y por ahora TODO bien. J.A al final no te llamará mañana. Al final se va directo a Cranfield. Aún así le daré tu mail por si acaso.
Weno , ya te mando un mail pronto , ok??
Mmm, una question...has pensado en buscar piso o crees que será mejor quedarte en el hostel ése del huevo frito??
Weno, no te canses mucho. Yo mañana ya voy a clase, matrícula y demás....yupiiii :) Besos.